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Querido lector,

Hoy me gustaría invitarte a un viaje por el mundo de la educación, pero no solo desde una perspectiva de libros y aulas, sino desde el corazón mismo de lo que significa enseñar y aprender. Quiero compartir contigo una idea que considero esencial: la verdadera esencia de la educación radica en querer y creer.

Visualiza por un momento un puente. En un extremo, tenemos una vida feliz y exitosa, y en el otro, el deseo genuino de ayudar, y la fe inquebrantable en el potencial de una determinada persona. Este puente no es otro que el de la educación. Si de verdad quieres a un alumno, harás todo lo que esté en tu mano para que cruce este puente y salga adelante. Dicho puente se construye no solamente con conocimientos y formación académica, sino también a base de haber ayudado a una persona a tener confianza en sí misma y en sus posibilidades.

A menudo, en nuestra búsqueda de excelencia académica, olvidamos que lo más importante en la educación no es solamente desarrollar el intelecto, sino también ayudar a construir el carácter. Ayudar a la gente a que crea en sí misma y en su potencial. Porque una vez que una persona cree en ese potencial y aprende a desplegarlo, las oportunidades que se le abren son infinitas, y muchos límites se convierten en simples ilusiones.

Acción recomendada: Durante la semana, te animo a identificar y reconocer a aquella persona que, en algún punto de tu vida, fortaleció tu confianza y te hizo creer en ti mismo. Si es posible, agradece a esa persona su inestimable aporte. Y, a su vez, busca una oportunidad para ser ese pilar de confianza para alguien más.

¡Hasta la semana que viene!

Un fuerte abrazo,
Jani

PD: Recuerda que la confianza es como el agua para una planta. Puede que no veas sus efectos inmediatamente, pero con el tiempo, esa planta crecerá robusta y florecerá de formas que nunca imaginaste. ¡Sigamos regando ese jardín de confianza!